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¿Cómo diferenciar la artrosis de la artritis?

Ambas son graves enfermedades que suelen confundirse, sin embargo, son diferentes y su tratamiento no es igual

Es común que las personas confundan la artrosis y la artritis. Si bien ambas son enfermedades reumatológicas (patologías musculoesqueléticas y que afectan al tejido conectivo), tiene patologías diferentes, por lo que su tratamiento no es el mismo.

  

Tanto la artrosis como la artritis forman parte de las patologías que afectan al aparato locomotor y ambas son, junto con la osteoporosis, de las más comunes y prevalentes del mundo. Aunque las dos afectan las articulaciones tienen dos diferencias claras y concretas:

  1. La artrosis es una dolencia que se produce por desgaste de cualquier tejido de la articulación (cartílago, hueso, membrana sinovial y tejidos blandos). Y la artritis o artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria, y por tanto, se da por la inflamación de una o de varias articulaciones.

  2. La artritis es una enfermedad sistémica que puede afectar a otros órganos del cuerpo y la artrosis no lo es.

La artrosis es una enfermedad degenerativa que suele aparecer con la edad, entre los 40 y los 60 años. Aunque la edad es la principal causa, hay personas que son más propensas a padecerla a edades tempranas, como los deportistas profesionaleso las personas con obesidad.

 

Los síntomas de la artrosis son dolor de tipo mecánico (es decir, dolor que se desencadena al moverse y mejora con el reposo), deformidad, incapacidad funcional y también puede provocar crujidos con el movimiento.

La artrosis puede localizarse en distintas zonas: rodilla, cadera, mano, cervicales o lumbares. En ocasiones un paciente puede tener afectadas más de una articulación, pero hay que tener en cuenta que no es lo mismo una artrosis de rodilla que de columna, por la propia evolución o características de cada zona.

 

Casi la mitad de la población adulta mayor de 50 años muestra signos radiológicos de artrosis de rodilla, aunque es más frecuente en mujeres, a partir de 55 años. La artrosis es una enfermedad que va en aumento en función del progresivo envejecimiento de la población.

 

La artritis reumatoide consiste en una inflamación que comienza en la membrana sinovial, una parte de la articulación. Puede producir como síntomas dolor, hinchazón, deformidad, sensación de entumecimiento, rigidez o dificultad de movimiento. Si la inflamación es elevada y mantenida en el tiempo puede conducir a la destrucción articular y a la invalidez progresiva.

 

Puede ser o no crónica y a menudo se relaciona con otras enfermedades, como la gota. Aunque es común que aparezca entre los 30 y los 50 años, puede afectar a cualquier edad, incluso niños.

En la actualidad no existe cura para estas enfermedades, pero sí tratamientos que logran reducir el dolor y tener controladas ambas enfermedades reumatológicas.

 

En el caso de la artrosis, el tratamiento se sustenta en tres factores: la práctica de ejercicio físico, llevar una alimentación basada en la dieta mediterránea y en el tratamiento farmacológico para aliviar el dolor.

Para evitar su progresión es importante que los pacientes tomen medidas como combatir el sobrepeso, adoptar hábitos posturales y evitar aumentar de peso.

 

Por su parte los tratamientos para la artritis son actualmente muy eficaces ya que logran en muchos casos controlarla o remitirla por periodos. El tratamiento farmacológico consistente en la administración de medicamentos para aliviar el dolor y la inflamación a corto plazo y en fármacos modificadores de la enfermedad.

 

Para sobrellevar la artritis se recomienda que los pacientes adopten ciertos hábitos como descansar un número adecuado de horas, hacer ejercicio físico como andar o nadar, llevar una alimentación sana y no fumar.

 

A la hora de realizar un diagnóstico también hay diferencias, pues mientras que en muchos casos basta con hacer una prueba de imagen (radiografía, ecografía, etc.) para aproximarse a un diagnóstico de artrosis, en el caso de la artritis es más complejo y se necesitan pruebas adicionales, como análisis de sangre o del líquido sinovial.

 

El tratamiento de la artrosis se incluyen fármacos como analgésicos, como el paracetamol, y antiinflamatorios, como el ibuprofeno. Además, pueden administrarse protectores del cartílago o tratamientos intraarticulares para controlar de los síntomas.

 

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